Tenia pendiente contarles mi excursión por Cascaes, encantadora Villa muy visitada por extremeños, que antes de que realeza portuguesa lo pusiera de moda como lugar de vacaciones, no era mas que un pequeño pueblo de pescadores. Esa pesca sigue siendo en su mayoría el principal reclamo de su oferta gastronómica, aunque no es precisamente en su encantador casco histórico, donde encontrar las mejores propuestas.
Tiene muchos adeptos entre la colonia española este Mar do Inferno, junto a la famosa boca de igual nombre, pero sinceramente a mi nunca me ha resultado nada excepcional y esas "mariscadas" especialidad de la casa, menos. En mi ultima visita correctas ameijoas bien de cilantro, los caldosos arroces portugueses no me entusiasman especialmente, pero el tamboril de rape y gambas estaba sabroso y con buenas piezas del pescado. Me extrañó la pobre oferta de pescado fresco únicamente un buen lenguado presentado en mesa, que se pasaron de grelhado y tuve que tirar de un buen Cartuxa branco para pasarlo entero. No es barato, correcto servicio (allí sigue estando la señora contando billetes) muy bullicioso sobre todo fines de semana.
Una recomendación nos mando unos kilómetros al norte, y aprovechamos para conocer el precioso Parque Natural de Sintra-Cascais y su Convento de los Capuchos. Tiene miga llegar hasta la preciosa playa de Adraga, pero lo merece. Encuentras el restaurante en el mismo aparcamiento frente a la playa, por fuera tampoco parece gran cosa, pero una vez entras y vez su mostrador de pescado, de postres, y una sorprendente selección de vinos, la cosa cambia.
Habituales entrantes portugueses en mesa, donde destacaba un estupendo queso Alentejano de Serpa. Buenos y frescos percebes. De su amplia oferta de pescado fresco grelhado nos decidimos por una Garoupa local mas de 2 kilos que resulto espectacular de punto y sabor, bien acompañado, como solo saben hacer los portugueses, de ricas judías verdes y patatas.
Sorprenden los postres, ganada fama tiene su merengue de morango, pero no bajan el nivel su tarta de chocolate ni su sericaia.
No se espera una carta de vinos de tal nivel en una restaurante de playa, y uno que es muy "enreda" se atrevió con un Riesling de Mafra que me recomendaron, pasadísimo de acidez.
En Cascais también gustan los pollos, el mas famoso es el Jardim dos Frangos, pero unos amigos de la zona nos mandaron a otro con el curioso nombre de Somos um Regalo "Franguinhos a modo da Guia".
A estos comederos hay que ir a disfrutar de su pollo y olvidarse del resto, algunos foodies dicen que van por los niños y acaban trincando pollo a dos manos, en este caso estaba tremendo, aunque su piri-piri mas cañero de la cuenta. Entrantes habituales y buen tomate aliñado, mas seis bebidas 35,40 leuros cuatro personas...y es que con dos crianzas que comen mas que su madre...por ese precio son muy de agradecer los franguinhos.
El postre fuimos a disfrutarlo a posiblemente la heladería mas famosa de Portugal (muy visitada antaño por nuestra familia real), Santini, y este si que tiene merecida fama, un autentico placer, enganchado de por vida al de mango.
Antes de comenzar el viaje de vuelta, una parada obligada en la pastelería Garrett de Estoril a disfrutar de sus bolos y del delicioso ambiente de su cafetería.
Ya de vuelta bajamos a pasar el día a la playa de Parede para comer en el recomendadisimo Eduardo Das Coquilhas, y esto si que era un comedero, casi a mesas corridas, que se soportan si encuentras un excelente producto, pero no fue el caso.
Correcta la gamba blanca y las almejas (manda…que no tenían conquinhas), teníamos que haber devuelto unos mejillones impresentables. La sapateira resulto de igual categoría, insípida y pasada de cocción. Precio correcto y horroroso servicio.
Ya en el coche los enanos comentando "papi no se parecían nada a las de El Cristo..." Pues eso, para comederos de sapateiras…nuestro Cristo.