Tasca Dos Coelhos (Alcaraviças, Borba, Portugal)


Y del cielo a la tierra...pero no es disfrute menor después de una excursión alentejana por la preciosa Borba, frenar frente a este sugerente cartel y encontrar una encantadora tasca con tres cuartos haciendo las veces de comedor, repleto de lugareños, en una diminuta aldea llamada Alcaraviças.


Tasca dos Coelhos, con ese nombre ya imaginan...fantástico conejo asado en cazuela de barro, sorprendentemente tierno con patatas y fresca ensalada. Ademas de los típicos entrantes mantequilleros y su paté de sardinha,  dimos cuenta de un correcto lomo de cabezada ahumado. Pocas cosas mas nos canta su amable propietario de lo que se cuece en cocina.


La otra especialidad de la casa, las sopas (soperas en mesa) resultó estupenda la de cocido y tremenda la de tomate con huevo plantado en medio incluido, acompañada de una pequeña bandeja de migas de buen pan y un platillo de crujientes enchidos y panceta "pa hace unos ligeros barquitos".
Jarra de buen Borba de la casa en mesa, más un par de refrescos de las crianças y una Sagres bien fría, 36 Leuros..."asinn también da mucho gustito bajá a la tierra".


Atrio (Cáceres)


Ir a Atrio no es una decisión fácil, económicamente hablando nunca es buen momento y cuando lo es...como los extremeños lo tenemos aquí al lado, siempre preferimos gastarnos los cuartos en otras excursiones fuera de nuestra tierra, pensando ademas que estarán mucho mejor gastados.

Nada mas traspasar esa puerta, los que no estamos habituados a estos niveles de restauración, nos invade cierta sensación de inseguridad, aunque delante de parienta y amigos vaya uno de sobraete.
Dicha inseguridad desaparece en el mismo instante en que un personaje ataviado como los Reservoir Dogs solicita el nombre de tu reserva y cual acomodador de antaño te traslada a una mesa tan deliciosamente montada e iluminada, que parece que te han colocado directamente en las tablas de un teatro en vez de en tu habitual gallinero.
Una vez sentado ese Reservoig Dogs se ha reproducido por quince o veinte cortados por igual patrón, menos uno, José Polo, que como es el que manda va como le da la gana, muy casual todo de azul cielo, con la camisa intencionadamente por fuera de su jersey y plantado sobre una NB 1500 tope de gama.

En el centro de la sala todos rodean una especie de caja mágica montada con pequeñas mesas supletorias, parece que desde allí sale todo, su delicada vajilla, exquisita cubertería, fina cristalería... es sorprendente la sutileza con la que todo el mundo se mueve a su alrededor, ni un aspaviento, ni una voz mas alta que otra. Desde allí también parece salir cada uno de los platos que forman su menú, cuatro de esos personajes, a veces jefe incluido, aparecen sigilosamente junto a los cuatro comensales y en perfecta sincronía, retiran la campana del plato mostrando, y uno de ellos explicando, la exquisitez elaborada por Toño.

Ir a Atrio es todo empatía, da igual que seas un ignorante culinario o un aspirante a Top Chef, un foodie de provincias o un hipster de capital, nada ni nadie altera el ambiente de un lugar preparado para hacerte disfrutar.  Que quieres cambiar un plato, se cambia sin problema, que quieres alargar la sobremesa, sin problema, que quieres cantar un Asturias patria querida, pues lo cantas hasta con guitarra, eso si, lento, bajito, con clase y gusto, como el que se marcaron en una mesa de mas de 20 comensales Asturianos. No se si a los jefes les gustaría mucho, pero les puedo asegurar que fue un fiel reflejo del aura de disfrute general de todos los presentes que llenábamos hasta la bandera el restaurante.

Ir a Atrio es observar como volviendo la señoras del baño (juntitas como suele ser habitual), el mismísimo Jose Polo, junto con uno de sus subalternos, y de nuevo como hombres invisibles, aparecen junto a la mesa acercando delicadamente las sillas a las señoras marquesas.

Terminar con su sumiller, el gran Jose Luis Paniagua, mostrándote esa antológica bodega es una gozada y toda una lección. Lección de conocimiento y una vez  mas de profesionalidad, por que hacerlo por millonésima vez con esa pasión y entusiasmo no debe ser tarea fácil.

Ir a Atrio es salir de Atrio con la goma del taco en el bolsillo sin un billete que agarrar, pero con una sonrisa de oreja a oreja pensando en llenar de nuevo el cerdito para volver cuanto antes, orgulloso y convencido de que la excelencia y experiencia vivida en un restaurante de mi tierra lo vale.

...ahh! que esto se supone que es un blog gastronómico y no les he hablado de comida ni de bebida...permitan les deje unos enlaces de los que de verdad saben de esto, me viene a mi un poco grande opinar sobre estos niveles culinarios, y es que con un blog que se llama La Cachuela ya me contaran... .

Cuaderno Matoses
Salsa de Chiles (Carlos Maribona)
El Viajero (José Carlos Capel)


Plaza de San Mateo, 1. Cáceres.
Teléfono 927 24 29 28.
www.restauranteatrio.com